Tema 9: LA CRISIS DEL ANTIGUO
RÉGIMEN
9.3. FERNANDO VII: ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO. LA EMANCIPACIÓN DE LA
AMÉRICA ESPAÑOLA.
a) El reinado de Fernando VII
El presente epígrafe queda inscrito dentro de un
momento de cambio como es el paso del Antiguo Régimen al sistema Liberal. Nos
situamos cronológicamente hablando en las últimas décadas del siglo XVIII y los
comienzos del XIX, momento en el que observamos el inicio del resquebrajamiento
de algunas estructuras propias del Antiguo Régimen, construida fundamentalmente
a partir de dos rasgos característicos: la sociedad estamental y el
absolutismo. Estos serán progresivamente sustituidos por un modelo liberal
defensor de una serie de pilares más propios de sociedades democráticas. Nos
referimos, entre otras, a conquistas tales como la división de poderes, la
soberanía nacional, las libertades del individuo y la enunciación de una
sociedad más meritocrática. Internacionalmente los acontecimientos que
dinamitaron el cambio fueron las Revoluciones Americana y Francesa, todavía en
el siglo XVIII, mientras que para el contexto hispano nos remitiremos al
reinado de Carlos IV (1788-1808) y a la Guerra de la Independencia (1808-1814)
para comenzar a hablar de asentamiento de un modelo liberal.
No obstante, dicho cambio no se produjo en ningún caso
de manera instantánea, sino que tendrá multitud de altibajos. Prueba de ello es
que una vez derrotado Napoleón (1815), todo un conjunto de potencias celebran
un congreso en Viena cuyo fin no fue otro que la Restauración del Antiguo
Régimen. Por lo que concierne a España, esta no será una excepción, y al igual
que otras muchas potencias europeas recuperará el absolutismo en la persona de Fernando
VII. De este modo, el monarca “Deseado”, una vez derrotados los franceses,
regresa a España y anulará la obra liberal de Cádiz (1812). Su reinado
(1814-33) puede dividirse hasta en 3 grandes períodos:
1. 1814-20 Restauración Absolutista
2. 1820-23 Trienio Liberal
3. 1823-33 Década “Ominosa”
1. 1814-20 Restauración Absolutista. Tal y como ya hemos indicado, nada más regresar a
España, Fernando VII decreta en Valencia la anulación de la obra de Cádiz,
siendo determinante para la adopción de esta medida el consejo de los sectores
más conservadores, que sugieren semejante medida a través del conocido como
“Manifiesto de los persas”. Esta restauración absolutista suponía, al mismo
tiempo, la condena de los políticos liberales y el restablecimiento de las
instituciones y privilegios de 1808, tales como la Inquisición o el Feudalismo,
ambos recuperados, y la abolición de la Desamortización entre otros. Durante
estos seis años, Fernando VII afrontó una serie de problemas, pudiendo destacar
los siguientes:
- La inestabilidad del gobierno, a la que sin duda contribuyeron dos hechos: por un lado, el excesivo poder acumulado por la camarilla que rodeaba al monarca y por otro, la oposición de los liberales, que se concreta en conspiraciones por parte de sociedades secretas (masonería) y en pronunciamientos militares.
- La continuada crisis hacendística, marcada por la reconversión de la economía a la paz y por un ineficiente sistema tributario.
- El comienzo de la Emancipación Americana, a la que nos referiremos posteriormente.
Precisamente uno de los pronunciamientos militares a
los que nos hemos referido consigue triunfar en enero de 1820 de la mano de
Riego, dando lugar a la segunda fase del reinado de Fernando VII.
2. 1820-23 Trienio Liberal. Constatamos la celebración de una revolución inmersa
dentro de las oleadas revolucionarias liberales que acontecen en la Europa de
los años ´20. En esta ocasión el monarca, presionado por el pronunciamiento, se
ve obligado a firmar ahora un decreto por el que se compromete a recuperar lo
acordado en Cádiz. Se restablece por tanto la Constitución de 1812, se suprime
definitivamente la Inquisición y se vuelve a abolir el feudalismo. Asimismo, se
acometen toda otra serie de reformas entre las que podemos mencionar:
- Se retoma la desamortización, en esta ocasión dirigida a los mayorazgos.
- Se acometen reformas eclesiásticas encaminadas a reducir el clero regular.
- Se reduce el cobro del diezmo a la mitad.
- Se redacta la primera legislación sobre enseñanza (Reglamento General de la Instrucción Pública).
- Se confecciona el primer Código Penal.
- Se procede a la división territorial de España en 52 provincias, dos más que en la actualidad.
- Se crea una Milicia Nacional formada por ciudadanos armados dispuestos a defender la Constitución.
También cabe subrayar
cómo es durante este trienio cuando asistimos a la primera gran división dentro
del liberalismo español. Así, mientras en Cádiz hablábamos de liberales sin
más, a partir de 1820 constatamos dos facciones: 1. doceañistas o moderados
(Argüelles, Martínez de la Rosa): padres de la obra de Cádiz, controlan el
gobierno hasta 1822; y 2. exaltados (Mendizábal, Alcalá Galiano):
organizadores de la revolución de 1820, sector más radical que controlará el
gobierno a partir de 1822.
La brevedad del trienio liberal puede explicarse
aludiendo a la multitud de opositores con los que contó desde el comienzo:
altos mandos del ejército y de la iglesia, campesinos (esgrimían que los
liberales solo se interesaban por la clase media urbana) y políticos más
conservadores. Empero, ninguna rebelión interna provocó la caída del régimen
finalmente, sino que esta hay que buscarla en una decisión externa.
Concretamente en Viena (1815), tres potencias como Austria, Rusia y Prusia
habían configurado una Santa Alianza que se comprometía a sofocar las revoluciones
de signo liberal que jalonaran Europa. A este acuerdo se suma poco después Gran
Bretaña y ya en 1818 Francia. Precisamente esta última será la encargada de
poner fin a la experiencia liberal española con el envío de los “Cien Mil Hijos
de San Luis” comandados por el Duque de Angulema.
2. 1823-33 Década “Ominosa”. Curiosamente, a pesar del calificativo de “ominosa”
que acuñaron los liberales para referirse a esta etapa, la década no supuso en
ningún caso la vuelta al absolutismo previo a 1820. De hecho, se promovieron
reformas moderadas y buena prueba del distanciamiento del Antiguo Régimen fue
que Fernando VII contó durante estos años con la oposición de los absolutistas,
los cuales desencadenaron revueltas como la de los “Agraviados” (Cataluña, 1827)
a fin de recuperar el absolutismo. Entre los principales eventos de esta fase
podemos resaltar:
- La dura represión desatada contra los liberales del Trienio, que se materializó en ejecuciones (Riego, Empecinado, Torrijos, Mariana Pineda) o exilios a Francia y Gran Bretaña preferentemente.
- Sustitución de la Milicia Nacional por un Cuerpo de Voluntarios Realistas.
- Se acometieron diversas reformas de carácter técnico tales como la creación del Consejo de Ministros (1823), del Ministerio de Fomento (1832), la elaboración por primera vez de unos Presupuestos Generales del Estado y la implantación de una serie de medidas con tintes de liberalización económica (Código de Comercio, Banco Real de San Fernando, Bolsa de Madrid).
- La aparición del carlismo. Este hecho está estrechamente relacionado con la derogación de la ley sálica por Fernando VII para promover la sucesión al trono de su hija, la futura Isabel II. Con esta decisión Fernando VII desplazaba al hasta entonces heredero, su hermano Carlos María Isidro, lo que motivará que este y sus afines (carlistas) iniciaran una serie de protestas y hasta tres conflictos bélicos que encierran, amén de la cuestión sucesoria, diferencias de carácter ideológico.
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